“Chingana es un término criollo que se usó antiguamente en Chile y Perú para designar un lugar de poca importancia o un lugar de mala fama para beber, comer y divertirse para la élite; durante el siglo XIX, fueron los locales de entretenimiento y fiesta popular, similar a una taberna”, dice la descripción de Wikipedia de la palabra “Chingana”, y precisamente eso es lo que es La Chingana del Barrio, local emplazado en 3 Poniente 563, Viña del Mar, el que con un par de años de vida ha remozado la oferta gastronómica de la Ciudad Jardín.
Con un ambiente que recuerda a las parrilladas porteñas de San Telmo, el local está compuesto por un patio mediano y una gran parrilla. No son muchas las mesas, y no hacen reservas, así que se recomienda llegar temprano (abren a las 13:00 horas de martes a domingo) para disfrutar de su comida enfocada obviamente en distintos tipos de carnes, una carta variada de tragos, y un ambiente matizado con el sonido de viejos boleros. Con una atención preocupada y rápida (se agradece que haya un buen número de meceros), para el picoteo probamos el ají verde relleno de queso de cabra, el que picaba lo justo y que daba un sabor bastante balanceado entre dos ingredientes que suelen tomarse todo el protagonismo del plato. Para beber, un “Lautaro”, cóctel de la casa hecho con Araucano, guayaba, vermú casero, jugo de limón y romero, el que se recomienda a todo a quien le gusten los amargos (menos la gente así).

A continuación, y como la vista al lugar lo demandaba, pedimos lomo vetado a punto, acompañado de ensalada y papas fritas. La carne, que perfectamente se puede compartir entre dos a pesar de no ser un trozo enorme, se hace en el momento, así que nada de comer cosas recalentadas o prehechas.
Más allá de la comida, se agradece poder ir a un lugar relajado que da la sensación de que todos son buenos amigos. Realmente una Chingana.