Al escuchar la historia de Benjamin Alexander, es imposible no recordar esa gran película que es “Cool Running” (conocida en español como “Jamaica bajo cero”), la que cuenta la historia real de un grupo de deportistas aficionados jamaiquinos que terminan compitiendo en las Olimpiadas de Invierno siendo el primer equipo de bobsleigh en la historia de su país.
Bueno, 34 años después de aquella hazaña, otro representante de la isla de Bob Marley hace noticia en unos Juegos Olímpicos de Invierno y demuestra que prácticamente cualquiera puede alcanzar sus sueños con determinación y altas dosis de locura. Resulta que Alexander, quien nació en Inglaterra, recién vino a aprender a esquiar a los 32 años de edad —y eso fue solo en 2016—. Antes pasaba el tiempo más en Ibiza y Burning Man trabajando como Dj, durmiendo poco o nada y comiendo cualquier cosa. ¿Dieta de deportista profesional? Olvídenlo.

Luego de atender los Juegos Olímpicos de Invierno en 2018 como espectador, este ingeniero de profesión decidió llevar su nueva pasión por el esquí a nivel profesional representando a Jamaica, el lugar de origen de su padre. Fue así como Alexander se retiró de las pistas de baile, se fue a meditar por 10 días y luego comenzó a entrenar duramente por dos años hasta clasificar a los JJ.OO. de Beijing. Con 38 años, se apronta a competir en el Slalom Gigante, prueba en la que busca llegar a no más de 30 segundos de quien resulte ganador.
Entrenado para volar

Para transformarse en un deportista de elite, primero tuvo que entrenar en dos años lo que un esquiador profesional hace en 10. “Al mes quería renunciar unas 100 veces”, ha dicho, agregando que la pandemia le impidió entrenar como debía e incluso que antes de las clasificatorias tuvo covid, pero eso no fue impedimento para lograr un lugar en el certamen en China.
Lo que más encontró difícil fue lograr una mejor “movilidad, flexibilidad y movilidad de caderas”, particularmente porque la mayoría de los atletas con quien él compite se han dedicado desde niños a perfeccionar dichas cualidades. “Esos tipos pueden ponerse en posturas que mi cuerpo es incapaz de lograr, sin importar el esfuerzo y trabajo que le ponga”.
Cuando Alexander se metió en este reto se enfocó en la técnica y no pasaba nada de tiempo en el gimnasio, pero a medida que fue mejorando y sus tiempos bajando, se dio cuenta que la única manera de dar el salto cualitativo era teniendo más fuerza en sus piernas. “Eso ha sido lo más importante en los últimos 14 o 16 meses. Cuando das una curva, no solo estás empujando tu cuerpo contra los esquíes, sino que estás alejando esas fuerzas centrífugas”.
Además tuvo que enfocarse en mejorar la fuerza de su torso (“core training”), para mantener todo en posición mientras se baja a altas velocidades, como también para tener más coordinación, velocidad, reacción y balance.
Dormir más y tomar menos

El gran cambio de hábito que Alexander tuvo que hacer fue cambiar la forma cómo estaba durmiendo. “Como DJ yo me despertaba a las 10:00 de la noche, llegaba a la disco a las dos de la mañana, tocaba a las tres o cuatro y luego me iba a una after hasta las cuatro de la tarde del día siguiente”. Ahora casi todas las noches se acuesta a las 10:00 de la noche para despertar a las seis y así estar en la montaña a las 8:30, algo que no lo molesta para nada, ya que decidió apagar su vida social para “seguir este sueño”.
El otro gran cambio estuvo en eliminar el alcohol de su dieta. “Nunca puse música estando sobrio, lo que es algo hasta bonito de decir, ya que te pagan mucho dinero por estar ebrio forzando a la gente a escuchar tu música, pero como atleta es completamente lo inverso, así que no tomo mucho”.
Sobre su nutrición, aunque sigue siendo un fanático de las hamburguesas, hoy todo lo enfoca en mantener sus niveles de proteína altos, comiendo omelettes de huevo para el desayuno, pastas y arroz integral, además de tomar varios litros de agua al día.
Se viene la competencia
Por estos días Alexander se dedicó más a descansar. Semanas antes de competir deja de entrenar en el gimnasio para no llegar cansado. El día de competencia hace varias elongaciones y justo antes de lanzarse hace unos saltos y corre un poquito sobre sus botas para entrar en calor. Todo ese esfuerzo lo compensa con baños de tina calientes con sal de Epsom —la que se usa en las cámaras de flotación— para revitalizar el cuerpo.
¿Y cómo le fue?

Benjamin Alexander quedó número 46 en su prueba, mostrándose «feliz por haber cruzado la meta». Nada mal para solo haber comenzado a esquiar hace seis años.