Una extensa columna en Vox escrita por la novelista, periodista y exmiembro del consejo editorial del New York Times, Anna North, se pregunta si la pandemia cambiará la forma como organizamos el trabajo, y en especial si es que aún es necesario trabajar de lunes a viernes, algo que se ha hecho por tanto tiempo que ya ni siquiera lo cuestionamos. El trabajo de cinco días a la semana, ocho o nueve horas por día, nació en la década del 1930, cuando en diferentes partes se regularizó el trabajo y se eliminaron las jornadas de 14 horas que venían existiendo desde la Revolución Industrial.
Hoy, tras 15 meses de pandemia en donde el teletrabajo se ha tomado prácticamente todas las dimensiones laborales, ha comenzado a discutirse en Estados Unidos si es necesario volver al sistema imperante, o es hora de cambiarlo. Esto luego de que muchos trabajadores hayan decidido renunciar en lugar de volver a las oficinas. Es así como en algunos lugares ya se ha comenzado a testear semanas laborales de cuatro días, y en Islandia una experiencia probó que los empleados están más felices y producen más.
Sin embargo, para que sea un éxito este cambio se necesita realizar toda una transformación social, ya que hoy, gracias a Internet, han vuelto las jornadas de 14, 15 o 16 horas, siete días a la semana. Un cambio de esta naturaleza no solo requiere que una o dos empresas líderes en su sector lo implanten, sino que sea una revolución que nazca por parte de diferentes esferas ligadas al mundo laboral. Mal que mal, con la pandemia muchos se dieron cuenta que solo existe una vida, y que no se debe malgastar solo trabajando.