Puede parecer gracioso, pero son decenas los corredores y ciclistas que al llegar al final de avenida Escrivá de Balaguer, en Vitacura, van y tocan el muro en la que finaliza la conocida arteria. Es una suerte de meta, una especie de cinta para los ganadores que se esfuerzan para llegar hasta ahí, para luego bajar por donde mismo vinieron. “El Muro”, pintado de verde, quizás algún día desaparezca como se ha hablado para permitir el paso de los autos, pero hoy es un referente para tantos deportistas que día a día se preparan para volver a correr un maratón, un trail o una carrera ciclística.
No obstante, el muro no solo es un lugar físico, sino que también un concepto entre quienes corren 42K o más para señalar el momento en que las fuerzas físicas y sicológicas merman. Por lo general llega entre el kilómetro 30 y 35, según la resistencia y preparación del deportista, y se da cuando el cuerpo comienza a mermar, los dolores en las piernas y brazos se vuelven punzantes, y uno se pregunta si vale la pena seguir corriendo. Es ahí donde importa la fortaleza mental, para darse cuenta que el cuerpo no va tan mal como uno lo siente, que aún quedan piernas y que la meta está cada vez más cerca. Un paso a la vez, de a un kilómetro a un kilómetro, es así como se vence al muro.
Tanto en las carreras como en la vida hay muros como el famoso final de Escrivá. Algunos los podemos llegar a tocar, otros los podemos cruzar, no obstante, como deportistas o simplemente como personas, los muros no son impedimentos nunca deben alcanzar nuestras metas. Solo requiere que estemos bien entrenados de cuerpo y mente.