La contracultura ochentera se toma el palacio de la alta cultura y se vuelve mainstream con “ANDER: Resistencia cultural en el Trolley y Matucana 19”, exhibición que abrió el jueves 29 de septiembre en la sala Matta del Museo Bellas Artes y que recoge lo visual y auditivo de la escena artístico punk que se vivió en los recordados Trolley y Matucana 19 entre 1983 y 1990, en donde artistas, escritores y músicos de la talla de Ramón Griffero, Jordi y Rosa Lloret, Las Yeguas del Apocalipsis, Las Cleopatras, Kena Lorenzini y Jorge Brantmayer entablaron un moviento de resistencia cultural.
Curada por el investigador y crítico de arte, Juan José Santos, junto con el productor Matías Cardonne y el museógrafo y artista José Délano, la muestra es una exposición multidisciplinar centrada en ambos espacios míticos de la escena cultural y disidente del Santiago de los 80, que se transformaron en el epicentro de quienes buscaban libertad, goce y apertura en medio de una ciudad sitiada. Un período marcado por la crisis económica, las protestas masivas, el declive del régimen y la posterior llegada de la democracia.

Respecto del montaje de una muestra como ANDER en el MNBA, el propio curador español y residente en Moscú, señala que es un tema delicado porque se habla de personas que en su época no pensaban que lo que hacían tendría algún tipo de trascendencia porque eran completamente antisistema, «y de repente aparecer en el Museo Nacional de Bellas Artes a muchos personajes que poblaron el Trolley y Matucana 19 les parecerá incómodo. Otros entienden que con el paso del tiempo lo que hicieron tiene un valor de inspiración. En ese sentido la mayor potencia que tiene esta exposición es que estamos mostrando a generaciones más jóvenes el cómo en un contexto de censura, no había autocensura. En cómo en un contexto que no había presupuesto en cultura, hacían cosas. En cómo en un contexto de ambiente hostil había solidaridad entre artistas de distintas disciplinas», dice en exclusiva para Vibra Magazine.
Santos, quien también fuese el curador de “El Rapto” de Norton Maza, agrega que “en casi todos los países hay movimientos underground a fines de los 70 y principios de los 80, y algunas cosas que pasan en la movida española llegan a Chile a través de Jordi Lloret o revistas como Víbora de Barcelona, pero hay una diferencia que no es menor, y es que la movida española tiene lugar en democracia, mientras que en Chile tiene lugar bajo dictadura”.

Dentro de lo que se puede ver, existe una gran cantidad de material inédito dentro de más de 100 obras que reconstruyen un relato colectivo de dos galpones en desuso que se transformaron en centros culturales donde la vanguardia, la fiesta y la resistencia se unían para dar rienda a emociones como el júbilo, la rabia, desesperación y optimismo.
“La investigación la hemos basado en hablar con los protagonistas que nos cuentan cómo vivieron aquella época, y algo que me llamó la atención es que la sensación no era de miedo, pero si había una rabia por ser jóvenes, querer divertirse, y haber toque de queda. Entonces lo que hacían en el Trolley y Matucana 19, aunque fuese una fiesta con baile, también tenía algo de resistencia cultural y política, porque estaban haciendo frente al toque, a carabineros que cortaban la electricidad, o sea, que bailar era una forma de resistir”, señala Juan José.

La exposición, encarna el espíritu de celebración y rebeldía de la cultura alternativa de los 80, conteniendo material de vinculación sonoro y audiovisual donde la audiencia podrá escuchar entrevistas y conciertos de la época, además de un mesón de lectura de fanzines y revistas editados en esos años. Además, en Matucana 100 estará el experimento de mediación política “Torre de Control”, que será desplegado como una intervención urbana, amplificando el espíritu de ANDER a través de materiales sonoros como podcast y playlists creados por diferentes protagonistas de la resistencia cultural actual y pasada en Chile.

“Hemos querido hacer especial hincapié en que los protagonistas de lo que pasó en el Trolley y Matucana 19 hablen y sean escuchados. No solo en la exposición estamos poniendo frases que nos han dicho en los muros, sino que en el seminario ellos van a testimoniar sobre lo que vivieron, y vamos a tener el espacio en Matucana 100 en el que también vamos a darles un lugar. Para un equipo que no vivió ese tiempo y espacio, tenemos la obligación de que si se escucha unas voces tienen que ser las suyas”, concluye.